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Conexión Sur iba a vivir tres meses... ¡cómo es que nos 'pasamos un poquito'!



Ruby Motato se llamaba mi profesora de segundo grado. Yo tenía 7 años y para ese entonces, ella me parecía que tenía como 100 años de edad… no solo me parecía, era lo que decíamos los pequeños que por allá en el año 90 éramos sus educandos en la escuela Pio XII de Riosucio, Caldas. Ella era una jardineña que inspiraba respeto, de porte alto, cabello corto y desde mi perspectiva infantil, una mujer muy, pero muy brava… creo que por eso la recuerdo, por eso, y porque me decomisó el álbum de las Tortugas Ninja que era de mi hermano Byron y que esa vez llevé al salón queriendo impresionar a mis amiguitos... qué pela la que me gané ese día.


Han transcurrido 32 años desde que recibí clases de doña Ruby. Admito que no sé en que lugar se halla esa temperamental pero noble alma docente; pero lo que sí sé, es que marcó la existencia de este que hoy escribe.


Siete años es el mismo periodo de tiempo que ha pasado desde que se emitió el primer noticiero de Conexión Sur. Fue el 1 de junio de 2016 en Transmisora Surandes de Todelar de 6:00 a 6:30 p. m. Pese a que Daniel, Frank y yo ya llevábamos unos añitos haciendo periodismo, estábamos tan nerviosos como el primer día que estuvimos al aire, ellos dos en la Emisora Cultural de la U. de A. con apenas 16 años y yo, un poco mayor, en la emisora de mi pueblo, Armonías del Ingrumá, pero esos datos se los robé a otra historia que de seguro vale la pena ser contada.


Ese día estuvimos al aire con un noticiero que tuvo todos los tropiezos del mundo pero que materializaba un sueño que había nacido como alternativa años atrás, quizás en 2006 o 2007, cuando este 'par de muchachos' que los años y vivencias han convertido en mis hermanos, ni siquiera habían salido del colegio y hacían parte del “Semillero de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia Seccional Suroeste”, otro claro ejemplo de honor al nombre que hace la Alma Mater de Antioquia a los miles de hijos que egresan de sus aulas y que hoy le profesamos absoluto amor.


Fueron ellos los que se encargaron de darle el soplo de la vida al medio, sin desconocer los consejos motivacionales del premiado periodista Antonio Rodríguez Marenco y los empujoncitos de nuestras parejas en aquel entonces, especialmente de Laura López Pimienta, la actual esposa de Frank, que con esa berraquera e impulso que la caracterizan fue la encargada de concretar fecha, hora y lugar para que todo se gestara. De no haber sido por eso, seguro estaríamos todavía diciéndonos: -Oe, ¿cuándo nos vamos a sentar para hablar del proyecto?


En fin, fueron ellos los que, tras toda esa motivación posterior al consejo del veterano emprendedor Jorge Gallón, de Buenos Aires (Andes), que nos patrocinó con el primer contrato publicitario de $80.000 para promocionar el agua Cencella, quienes me invitaron a ser parte de este colectivo. En honor a la verdad, yo no tenía muchas ganas... ese año me había casado, había conseguido un empleo estable y bien remunerado en la Universidad de Antioquia (por segunda vez) y ya llevaba un buen rato teniendo dos o tres empleos y lo cierto es que quería ser como todos los demás, un empleado de esos que entra a las 8:00 a.m. y salen a las 6:00 p.m. ¡y listo!, a gozar de las mieles del tiempo libre. Pero no, mi voluntad siempre voluble ante el más mínimo viento de otra intención -y la insistencia de este par- me tienen aquí, siete años después, trabajando hasta la medianoche muchas veces o levantándome a las 3:00, 4:00 o 5:00 de la mañana buscando noticias, rastreando información, contextualizando los hechos, las cifras y los datos; pero me tienen feliz, que es lo importante... o al menos es lo que dicen.


¡Y fue difícil! Sabíamos que teníamos que invertir tiempo y dinero en ese inicio, además de sacrificar espacios de diversión y relajo. Fueron por lo menos seis o siete meses de espera para que, al menos, el noticiero comenzara a generar los recursos para el pago de la franja horaria a los amigos de Todelar, y un par de años más para hacer rentable el oficio. Por eso, al final del tercer mes, pensábamos que hasta ahí había llegado el impulso, pero por algo dicen que la "constancia vence lo que la dicha no alcanza"; fue así como nuestras propuestas comenzaron a ser escuchadas por propietarios, administradores y empresarios que reconocieron la utilidad y valía de nuestro proyecto: Mercapublic, Comsab, Cootransandina, Cooperan, Confiar y muchos más empezaron a pautar en Conexión Sur y fueron el oxígeno que requería el sueño en ese momento.


Ahora que somos dueños de nuestra empresa, hay que agregarle la sazón de buscar también publicidad, diseñar piezas gráficas o audiovisuales, grabar comerciales y editarlos hasta que el cliente apruebe, cobrar, reunirse con la contadora, pagarle al gobierno, pagarnos a nosotros… en fin, toda una aventura mágica que se llama ser emprendedor en Colombia, pero que hoy me hace sentir orgulloso de no ser solo un empleado de jornada de 8 horas que quería ser hace 7 años.


Hoy le agradezco públicamente a estos dos locos, Frank y Daniel, por despertarme y ayudarme a materializar este sueño de insondables e incontables anécdotas. Como olvidar nuestra primera historia con el dueño de la chivita de Jardín que tanto nos hizo reír, o con el embolador de Hispania, o con Mala Fruta, que nos enseñó ese día porque ni el mal ni el buen café requieren azúcar. Como olvidar tantas situaciones preocupantes, tristes y demandantes, pero también como olvidar cubrimientos que más que eso, fueron descubrimientos, enseñanzas y aprendizajes. Como olvidar todas estas vivencias que nos han tenido al borde del colapso en innumerables ocasiones, pero que, nos han ayudado a madurar como personas y como profesionales de la información.


En siete años hemos pasado por cuatro emisoras y ahora estamos en Andina Estéreo, a cuyos directivos tenemos que agradecerles por ayudarnos en este camino de crecimiento constante. Daniel tiene dos carreras, una casa, un carro y es el comunicador de la Alcaldía de Hispania. Frank es profesional, casi Magister y justo hoy comienza un proyecto laboral que parece que hubiera sido diseñado para él: un profesional social con habilidades en comunicación… también tiene casa, carro y una esposa admirable. Yo ahí voy, queriendo ser como ellos algún día, pese a ser más viejo.


Siete años en los que hemos aprendido más que en cualquier curso, taller, seminario o programa académico y eso lo puede decir cualquiera que lleve un buen rato haciendo aquello para lo que se educó; por eso nos quedamos con lo bueno, es decir, con los siete años en los que hemos sido reconocidos, nos han agradecido y hemos tenido la posibilidad de ayudarle a las comunidades, visibilizarlas y hallar soluciones a la ingente e irrefutable problemática que consigo trae la simple pero también compleja tarea de existir.


A todos, absolutamente a todos los que nos hemos topado en este camino, muchas, muchas gracias. Nuestro sello de gratitud se gesta poco a poco con la madurez de un oficio tan noble y lindo como lo es el informar a la ciudadanía, porque al fin y al cabo a eso vinimos al mundo, a madurar y ayudar a otros, porque todos somos la misma persona y cada buena o mala acción que ejecutamos, nos la hacemos a nosotros mismos.


Ahora, al borde de cumplir 40 años, comprendo bien las dos palabras con las que el maestro Gustavo Cerati cerró su mítico concierto de 1997 en el estadio Monumental de Buenos Aires (Argentina), cuando improvisó un discurso antes de cerrar el hoy himno del rock en español llamado De música ligera... ¡GRACIAS TOTALES!


#ConexiónSur, conectados con el SUROESTE ANTIOQUEÑO.


Por: Víctor Hugo Obando Palacio





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