El Suroeste antioqueño y su enorme problemática vial
- conexiónsur
- 2 jun
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El primer semestre de 2025 ha evidenciado una severa crisis en la infraestructura vial del Suroeste antioqueño, como consecuencia de intensas precipitaciones. El impacto se manifiesta en:
Interrupción de la Troncal del Café (PR 36), con paso controlado.
Fisuras recientes en la Troncal Occidental (sector Quiebra de Guamito).
Deslizamientos continuos en la vía Bolombolo - Santa Fe de Antioquia.
Afectaciones generalizadas en la red vial secundaria y terciaria (taludes, pérdidas de banca, estructuras).
Esta coyuntura nos lleva a una reflexión sobre las causas y la urgencia de soluciones efectivas.
Causas:
Nos ha faltado liderazgo como región para exigir más y mejores carreteras, acordes con una región que quiere desarrollar el turismo y la agricultura.
El presupuesto para mantenimiento ha sido corto frente a la magnitud de la problemática de esta región, que no se compara con ninguna otra en Antioquia. Muchas veces se limita a recoger derrumbes y aplicar afirmado, con algunas excepciones de muros de contención y drenajes, siendo estos últimos los que tendrían mayor impacto en la funcionalidad de los corredores.
Intervenciones en las laderas, muchas veces no planeadas ni validadas con especialistas en geología y geotecnia.
Mal manejo de aguas: desviaciones, obstrucciones e intervenciones inadecuadas.
Las soluciones pueden ser muchas. Planteo algunas y ojalá el lector nos apoye con otras:
Es urgente finalizar Pacífico 1. Debemos buscar opciones para financiar lo que falta. Semejante inversión no puede quedarse en un 96 %, cifra de avance que se ha estancado en el tiempo.
Los circuitos viales estratégicos planteados por la Asamblea de Antioquia en la anterior administración departamental deben avanzar hacia etapas más concretas.
Si se van a desarrollar proyectos por valorización, se debe considerar la experiencia de la carretera de Puente Iglesias a Palermo, que ha tenido todos los tropiezos posibles y muchos años en obra para un corto tramo (aproximadamente 22 km).
Hay sitios críticos identificados desde hace muchos años. Es hora de buscar alternativas: a veces, una corta variante evita el paso por un sitio eternamente inestable.
Exigir mayores recursos por parte de las entidades encargadas de las carreteras. Esta problemática indudablemente requiere inversiones significativas.
Implementar con urgencia mejoras en los sistemas de drenaje de vías secundarias y terciarias, incluyendo la modernización de alcantarillas. Las altas intensidades de lluvia no las podremos controlar, pero sí mitigar sus estragos con un mejor drenaje.
Promover una mayor corresponsabilidad de la comunidad en la gestión de drenajes: limpieza de cunetas y alcantarillas. No más taponamientos. Todo cauce, permanente o intermitente, debe conservar su continuidad. Cuando un drenaje se cierra —voluntaria o involuntariamente—, el agua busca la siguiente salida, que muchas veces no tiene la capacidad para recibir ese caudal. Esto deriva en erosión y deslizamientos complejos de manejar. No podemos quedarnos impávidos viendo cómo la escorrentía de una cuneta se desborda y destruye la carretera, frente a nuestros ojos, cuando bastaría con tomar un azadón y encauzarla nuevamente.
Analizar con detalle y cuidado las intervenciones que se hacen en las laderas. Lo que allí se haga puede tener enormes impactos en las carreteras y en los predios. Los procesos de estabilización posteriores a la generación de escarpes y deslizamientos son altamente costosos.
Finalmente, es imperativo que el Suroeste reciba una atención prioritaria, traducida en soluciones concretas y la asignación de recursos económicos suficientes para superar esta crítica situación vial.
Construir una carretera con especificaciones adecuadas, seguridad y confiabilidad para el usuario es costoso. Pero, ¿cuál es el costo que está pagando el Suroeste por no tenerlas? Le dejamos esta inquietud a los economistas.
Por: Diego Martínez Arango
Experto en infraestructura vial






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