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El 9 de abril y la violencia bipartidista en Andes


Por: Gustavo Zapata Restrepo*


El asesinato en Bogotá del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán generó en todo el país una oleada de violencia de la que Andes no estuvo al margen. Ese fatídico día el alcalde Luis Rivas ordenó el cierre de establecimientos públicos y expendios de licores y suspendió el servicio de energía eléctrica para evitar que las proclamas políticas transmitidas por la radio desde Bogotá sublevaran a la población liberal que ya había intentado tomarse la alcaldía.


Al día siguiente, una turba de conservadores derribó de sus pedestales los bustos de Enrique Olaya Herrera y Juan de Dios Uribe que habían sido erigidos en la plaza en 1939 y 1940, respectivamente. El bronce del Indio Uribe logró salvarse de ser destruido en una fundición; no contó con igual suerte el del expresidente liberal. Y el 12 de abril, según informe del alcalde Rivas, "se presentaron movimientos contra la tranquilidad pública, gritos desaforados, manifestaciones hostiles contra la autoridad y conatos de ataque a los edificios públicos a consecuencia de los últimos acontecimientos ocurridos en la capital".


La situación de orden público obligó a que se nombrara para Andes un alcalde militar, el capitán Fabio Trujillo, quien exhortó a los campesinos a retornar a la población durante los días de mercado, pues, "esta oficina ha tomado medidas drásticas contra quienes pretendan abusar de los hombres de trabajo".


Aunque la violencia política de la época fue menos cruenta en Andes que en otros distritos del Suroeste antioqueño, muchas familias de todas las condiciones sociales y económicas debieron emigrar hacia Medellín y otras ciudades. En el recuerdo de muchos andinos quedó para siempre plasmada esta época ominosa de nuestra historia. Entre enero de 1997 y marzo de 2000 conversé con algunos de ellos.


Testimonios


Ana Restrepo García: "El 9 de abril de 1948 estaba yo con María, mi hermana, que trabajaba como maestra en San Bartolo. Estábamos al frente de la fonda como lo hacíamos todos los viernes entre las dos y tres de la tarde, esperando que bajara Pedro Tobón que tenía la costumbre de visitar su finca también los viernes. Pero cosa rara, la camioneta de Pedro no bajaba, sino que subía. Desde la fonda vimos la velocidad tan espantosa que traía y pitando seguido... De pronto pegó un frenón a todo el frente de nosotras. Estaba pálido. Nos miró de forma aterradora y nos gritó: ¡Ustedes, los hijueputas godos mataron a Gaitán! Y arrancó otra vez hacia arriba. Al poco rato, cuando bajaba, nos gritó: ¡Súbanse carajo! Nos montamos con mucho miedo. Ya más calmado, nos pidió disculpas y nos contó lo de la muerte de Gaitán. Cuando llegamos, este pueblo estaba prendido, corrillos por todos lados, gritos, lamentos y machetes que relumbraban por el aire. Se nos acercó el padre Efrén Montoya y nos regañó porque nos habíamos venido con Pedro Tobón, "esos manzanillos están iracundos", nos dijo, y corrimos para llegar rápido a la casa. Por la radio las noticias eran alarmantes. Toda esa tarde los liberales llenaron la plaza con banderas rojas y gritaban mueras a los conservadores. Ese día no hubo muertos... El doctor Francisco Aramburo, el jefe conservador, cuando se asomó a la puerta y vio la plaza llena de banderas rojas y a los liberales enfurecidos, le dio un problema cardiaco que lo mató a los ocho días".


Bernardo Bedoya: "Lo que sí recuerdo, fue un domingo que mataron a tres personas. Cuando eso el mercado era en la plaza y se prendió una balacera. Buscaban a un tal Cascarillo, dispararon y mataron a Epitacio Parra, después mataron a Juan Correa y por último, a un carnicero, Carrique Echeverri. Los conocidos lo sacaron hasta la calle del Medio a resguardarlo en el Quince Letras, pero él se devolvió porque había dejado una carne en la mesa, al llegar lo mataron a puñaladas. Al conservatismo lo armaron, usted se encontraba con cualquier muchacho y lo veía de peinilla empretinada".


José Luis Gallego: "Ese día, cuando nos soltaron de la escuela, estaba el pueblo alborotado. Después algunos fueron a tomarse la alcaldía, pero el doctor Ricardo Escobar impidió la violencia... Ya empezaron los llamados aplanchadores, machete en mano, a perseguir a las familias liberales y permanentemente se escuchaba que habían aplanchado a fulano, a perano... Hubo un hecho muy terrible: la embanderada del pueblo; por decreto de la alcaldía obligaban a izar en todas las casas una bandera azul en determinados días... El Clero sí fue muy permisivo. Había un cura que decía: "Los liberales no pierdan el tiempo, que no los confieso". Recuerdo cuando trajeron la Virgen de Fátima, encabezó la procesión desde el Bosque el padre Hernán Correa y aquí se le hicieron muchos homenajes. Los liberales decían que la habían traído llena de armas".


Hernán Chica: "Lo mío fue un lunes, cuando subió Laureano al poder. Estaba en la plaza parado al pie de la ceiba conversando con Jorge Bermúdez y llegaron a caballo echando bala José Correa y Joaquín Echeverri. Cuando Echeverri me vio, gritó: ¡Aquí está este manzanillo! Y disparó. La bala me atravesó y mató a Jorge. La plaza se prendió y a mí me cogieron casi vaciado. La bala me traspasó el intestino mayor. Me llevaron al hospital y no hacían nada para salvarme; como era de familia pobre, no había recursos, hasta que don Miguel Sierra pagó para que me llevaran a Medellín... Ese negocio lo encubrieron, quedó impune... Yo recuerdo esa época, venían unos Aguilares de Jardín a ponerse este pueblo de ruana. Bajaban a caballo y hacían encerrar a todo el mundo. Bajaban hasta la cantina de Berta Martínez y volvían a subir... Esa violencia fue muy brava".


Gabriela Restrepo: "Lo que no se me va a olvidar nunca es que todos los domingos subía por la Cuchilla un viejito en una mula, y cuando llegaba al altico y se sentía seguro miraba para atrás y gritaba: ¡Que viva el partido liberal manque me muera dinmediatamente!"


Nota: Las fotografías que aparecen a continuación son "de contexto". Entre ellas se puede observar el monumento a Enrique Olaya Herrera, la plaza en cuyo costado se observa el pedestal al que le arrancaron el busto del político liberal. Las demás son el busto del Indio Uribe, recién inaugurado en 1940; aspecto de la plaza en un día de mercado, mediados década del 40; congregaciones populares por la llegada del gobernador militar; entierro del cura Efrén Montoya.

Fotos: cortesía.


*Docente e historiador andino.


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