La última vez que vimos a Leidy Cardona Vargas fue, precisamente, en ejercicio de sus funciones, el 22 de mayo, durante la visita del rector de la UdeA al municipio de Jardín. Como siempre, estaba corriendo, haciendo una cosa aquí, resolviendo otra allá, recordando algo que tenía que hacer; mejor dicho, en actitud de comunicadora.
A quien escribe, le hizo recordar esos tiempos de joven profesional recién egresado en los que uno no solo quiere, sino que tiene que hacer y saber de todo para que la institución donde se trabaja quede bien… porque todo comunica, y es en uno como comunicador sobre quien recae toda la responsabilidad cuando algo no sale como se espera.
-“Eh, que chicharroncito tan sabroso apenas pa’ iniciar el día” –le dije… me miró y justo cuando me iba a contestar, la llamaron de una ventana de la alcaldía: -“Leidy, venga rápido” y mientras apuraba el paso se despedía entre risas con la expresión: -“Y si no vea… ja, ja, ja, ja, ja…”.
No solemos publicar artículos de opinión. Nuestro quehacer se remite al periodismo informativo, pero la muerte de Leidy por cuenta del Covid-19, con tan solo 27 años, llena de vida y saludable, nos da un duro golpe de realidad que nos hace imposible ver el hecho como una noticia más... que nos hace olvidar la vieja máxima de la imparcialidad periodística y nos deja ahí, impávidos, reflexivos y aminorados.
Cuando fuimos informados del triste suceso, llegó primero la incredulidad, la negación y el ‘tal vez no sea cierto’ o ‘debe ser un error’, porque ese tipo de situaciones las vemos a diario en este oficio: imprecisiones en la información que llevan a la recepción de un hecho que tal vez no es del todo cierto; entonces empieza el proceso de verificación y constatación que ejecutamos todos los días con cada caso. Ello sumado al choque emocional, lo sumen a uno en estado de shock e incredulidad que va dando paso al dolor y la aceptación de la verdad tras confirmar los hechos.
Tuve además la oportunidad de ser profesor de Leidy. Una niña del campo jardineño, formal, amable, bromista y siempre, siempre siempre sonriente. –“Vea, ‘Mil Sonrisas’… le toca ir a cubrir tal evento, vuélese”, le decía en clase de radioperiodismo, y ella sin reparo se iba y volvía con la información precisa. Juiciosa se sentaba, montaba la nota y listo. Las correcciones las tomaba de forma atenta y aprendía. Con ella no había lío, había nacido para este oficio.
Siendo comunicadora de la Alcaldía de Jardín, siempre brindaba el apoyo que uno como periodista requería de la institución y nunca obstruyó o dilató procesos (grave enfermedad de algunos servidores públicos que piensan que uno va a detener la redacción de una investigación por eso). Leidy era el ejemplo digno de una profesional de las comunicaciones. Por mérito empezó siendo comunicadora de la anterior administración municipal (de otro bando político) y por fortuna el alcalde actual, Héctor Jaime Rendón, un hombre ecuánime y muy cercano a la academia, supo ver, apreciar y valorar sus cualidades, lo que le hizo seguir contando con los servicios de una profesional que estaba años de luz de apasionamientos políticos.
“Mil Sonrisas”, lamentablemente ya no está en este plano de la existencia. Su partida nos llena de dolor y superarla no será fácil, pero acá estamos y debemos seguir. El mejor homenaje que podemos hacerle quienes como ella, nos desempeñamos en este oficio, es ejecutar cada acción con ese apasionamiento y energía que a partir de hoy se vuelve su legado.
Víctor Hugo Obando Palacio, a nombre de Conexión Sur, expresa sinceras condolencias a familiares y amigos de la siempre jovial y amable Leidy Patricia Cardona Vargas.
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Víctor Hugo Obando Palacio
Periodista
Conexión Sur
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