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Despido por liquidación de la cooperativa tiene en la incertidumbre a decenas de trabajadores


Sobre la debacle financiera y posterior liquidación de la Cooperativa de Caficultores de Andes mucho se ha hablado ya, pero hay un capítulo importante que puede ser opacado por el impacto que genera el que alrededor de 3.800 caficultores asociados hayan perdido sus aportes, hablamos de un estamento fuerte y en algunos casos estigmatizado por las consecuencias que trajeron las acciones ya por todos conocidas: LOS EMPLEADOS. Personas como cualquiera, algunas incluso asociadas a la entidad o familiares de los mismos, y quienes, sin grandes salarios, entregaron su fuerza para ayudar a consolidar la que fuese la cooperativa cafetera más sólida de Colombia, llegando a generar alrededor de 270 empleos directos en su mejor momento.


Dora Passos, por ejemplo, sirvió 31 años a la entidad, gran parte de ellos en la recepción. Su jubilación estaba cerca. “Era mi segunda casa, voy a extrañar a mis compañeros de tantos años, a los asociados, gente linda y humilde. La verdad no sé que haré de ahora en adelante, esto nos cogió de sorpresa. La situación me ha dolido en el alma, pero eso sí, estoy muy agradecida con la cooperativa, porque si hoy tengo calidad de vida es gracias a ella”.

Dora Passos con Pablo Restrepo, quien fuese conductor de la cooperativa.


El que conoció a la popular Dorita, de seguro, conoció a Héctor Orozco, 27 años en la cooperativa. Administró almacenes, avaluó fincas, manejó personal y los últimos años hacía parte del equipo de técnicos promotores sociales de la entidad. Con el buen sentido del humor que le caracteriza, Héctor se aferra ahora a sus conocimientos –con mucha fe- para seguir adelante. “La empresa me hizo a mí profesionalmente. Lo que más extraño es a los asociados que atendía, yo trabajaba con 700 de ellos y veían en uno solución a sus problemas económicos y técnicos. Yo visioné la situación desde el momento de la intervención y desde eso me quise actualizar en el tema de los avalúos inmobiliarios”.

Héctor Orozco y Luis Bernardo Benjumea Martínez, exgerente de la entidad.


Detrás de la compleja sistematización de cuanto proceso existía en la cooperativa había un equipo talentoso, y uno de esos cerebros era el del ingeniero de sistemas Jorge Rojas, quien estuvo 16 años al servicio de la cooperativa. Sus últimos años los pasó en la coordinación de Control Interno, con la integridad, disciplina y aplomo que caracteriza a este padre de familia. “Lo mejor de la cooperativa son los compañeros, la estabilidad laboral y las relaciones humanas. Es muy difícil porque esto se convirtió en la casa teniendo en cuenta que aquí pasaba gran parte del tiempo. Hay mucha incertidumbre, pero hay que tomarlo con calma pero guardo la esperanza de que algo resulte en esta zona”.


Jorge Rojas, se desempeñó como encargado de control de interno.


De esos casi trescientos empleados en 2019, justo antes de la intervención, se pasó a 170 en poco más de dos años… y en cuestión de semanas se ha visto que no queda ya ni la mitad de esa cifra. Personas talentosas, dispuestas y que nunca se sintieron más por ser parte de la mejor cooperativa de caficultores del país, al contrario, siempre orgullosos de servirle a una familia de más de 3800 asociados, trabajando horas extras y muchas veces sin descanso: Jairo Restrepo, Arnulfo Gallego, John Franco, Fernando Restrepo, Gildardo Serna, Diego Rendón, Liliana Ruiz, Pablo Agudelo, Mónica Vásquez y decenas de personas más que citar, tomaría un buen tramo de este artículo, pero que se recuerdan de forma grata tanto por este medio de comunicación como de seguro por las comunidades a las que sirvieron durante su paso por la cooperativa, personas buenas que esperan poder seguir brindando todo lo que aprendieron en la empresa que bien quiera crecer con ellos.


Empleados Cooperativa de Caficultores de Andes.


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