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DEMOCRACIA Y COMUNICACIÓN, ¿UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL?

“El ejercicio de los derechos civiles y de participación política necesita el respeto efectivo del derecho de expresión y la existencia de estructuras de comunicación que permitan un mínimo equilibrio en la formación de la opinión pública y de la voz”. Zeller Orellana

Por: Luis Alfonso Acevedo Escalante



La comunicación y la democracia son dos aspectos necesarios para vivir en sociedad. Es imposible no comunicarse, no comunicar, y más complicado aún es vivir en un entorno sin reglas y sin nadie que nos dirija o nos lidere. De los griegos aprendimos que una sociedad democrática es aquella que funciona por consenso; y sobre comunicación nos dice Alfonso Gumusio Dragón que es un elemento dialógico, en lo que respecta a la comunicación para el cambio social.

Democracia: (RAE)

1. f. Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos. 2. f. Doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes. 4. f. Forma de sociedad que practica la igualdad de derechos individuale, con independencia de etnias, sexos, credos religiosos, etc.

Comunicación (RAE)

1. f. Acción y efecto de comunicar o comunicarse. 2. f. Trato, correspondencia entre dos o más personas. 3. f. Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor. 4. f. Ret. Petición del parecer por parte de la persona que habla a aquella o aquellas a quienes se dirige, amigas o contrarias, manifestándose convencida de que no puede ser distinto del suyo propio.

Como vemos, en cada definición aparece el ser humano, las personas como protagonistas de los procesos democráticos y comunicativos. Aterricemos estos conceptos con un ejemplo sencillo:

La sociedad es como una familia donde existen ciertos códigos de comportamiento o reglas: comer a determinados tiempos, salir o no en horas de la noche, ir o no a un paseo, etc. todo esto está determinado por unas normas, en ocasiones consensuadas y en algunos momentos impuestas por los padres; en algunos casos particulares habrá ocasión de discutirlo y llegar a un acuerdo para cambiar algunas normas.

Por otro lado, las familias utilizan diferentes códigos en su comunicación: saben dónde encontrarse, cómo ubicarse en caso de emergencias; usan palabras exactas para referirse a ciertas situaciones; la comunicación puede ser horizontal o vertical, dependerá, seguramente, del tipo de democracia que practiquen allí. Esta idea nos deja entrever entonces que comunicación y democracia están unidas, y que la una no puede existir sin la otra, o dicho de otro modo, el estilo de democracia determina el tipo de comunicación y viceversa.

Esta relación entre democracia y comunicación se ha ido trasformando a lo largo de la historia. Cada vez emergen nuevos estilos de comunicación, canales de distribución, e incluso los actores o interlocutores también han cambiado; las nuevas generaciones se convierten en nuevos emisores, receptores y consumidores de la información; al mismo tiempo las dinámicas sociales y democráticas requieren una actualización. No obstante, aún hay sistemas de gobierno que no responden a las nuevas necesidades de los ciudadanos, asumen las necesidades de los ciudadanos y pretenden solucionarlas sin contar con su participación. Lo que el gobierno decida es lo que se hace. Punto.


La historia nos enseña que las diversas formas de hacer política, la ampliación de la democracia y la lucha por los derechos civiles toman forma en la necesidad de crear una ciudadanía política y de inclusión social que reclama sus derechos. En este punto hay que estar de acuerdo, pues cada vez es más evidente que la sociedad quiere reclamar lo que le es negado. En Colombia por ejemplo, es notorio un cambio de comportamiento; hemos pasado de tener un pueblo adormecido y sometido, a salir a las calles a manifestar su inconformidad con las decisiones que toma el gobierno. El ejemplo más reciente es el 21N (21 de noviembre) día donde corrieron ríos de gente por las calles de todas las ciudades del país. Colombia reclama democracia y justicia social.


Este es solo un ejemplo, pero tenemos otros casos como Chile, Ecuador, Francia, Bolivia, donde las personas también se han manifestado y han logrado, si no derrocar un régimen, por lo menos han logrado ser escuchados y echar para atrás algunas decisiones que afectan de manera negativa el progreso de la sociedad (recortes al presupuesto de la educación y la salud, suba de impuestos, leyes pensionales, etc.) Está claro que el camino es largo, y que aún nos falta mucho para llegar a una sociedad totalmente democrática, si es que acaso esto es viable y posible.

Hay que preguntarse quién es la generación que se levanta a reclamar sus derechos, dónde están, cuál es su historia, su contexto socioeconómico y educativo; cuáles son sus formas de comunicarse, de convocar a otros, cuáles son esos espacios comunicantes entre ellos. Pues me atrevo responder que ese escenario son las redes sociales y los medios independientes, cuyos actores poseen un nivel alto de criticidad y competencia mediática, si se puede usar el término aquí; conocen la historia y las necesidades de sus países; una sociedad cansada de ver que sus padres no reciben una pensión digna; están hartos de tener que acceder a un crédito o una beca para entrar en la universidad. Es esa la generación que sale a gritar la verdad, a reclamar justicia, democracia y equidad social. Hay un camino largo, pero hay quien lo recorra y cada vez más convergen unos con otros.


Es cierto, como dicen los incrédulos, que la brecha social existe, que los medios de comunicación, en su mayoría responden a los intereses de las élites amigas o incluso dueñas de los medios. Pero hay esperanza en tanto que las nuevas generaciones se están dando cuenta de que tienen derechos y buscan la manera de reclamarlos, por esto es necesario establecer un equilibrio y no pretender establecer una democracia radical o perfecta, de ser así no habría lugar al debate público, la discusión y la comunicación desaparecería del sistema político democrático. En el texto lo plantea así.


“Lo que caracteriza la formación de la opinión pública es, precisamente, las bases desequilibradas que la conforman. Desequilibrios que emergen de la disparidad de poder y de capacidad que en toda sociedad tienen los distintos grupos sociales que la integran. A pesar de esta disparidad sistémica, la opinión pública es una pieza muy importante de la vida democrática y los cambios que inciden en su formación ―en un sentido democratizador o desdemocratizador― son muy importantes”. (Zeller Orellana)


Así que lo que se requiere es un empoderamiento de la sociedad, de las generaciones que emergen cada día; aprovechar los medios de comunicación nuevos y alternativos, esos escenarios comunicantes como lo son las redes sociales. Peor ojo, que de nada valen los medios de comunicación nuevos si carecemos de contenidos propios. Para democratizar la comunicación, además es necesario dejar de pensar que la culpa la tiene el enemigo, todos debemos asumir una responsabilidad cuando construimos y dirigimos los mensajes.


Entonces, estamos de acuerdo en que la comunicación es un arma de la que debemos valernos para combatir las desigualdades sociales y la misma desdemocratización. Los periodistas y los comunicadores deben aprender a construir los mensajes, pero sobretodo deben conocer el público al que va dirigido, si es que entendemos la comunicación como un instrumento dialógico donde todas las partes deben participar, es decir, conocer sus contextos, sus códigos y espacios comunicantes para poder llegarles de manera eficaz. Y no debemos perder de vista que esa arma, la comunicación, está en manos de las élites dirigentes y sus cuerpos expertos, convirtiéndola en un elemento de desinformación.


Al parecer estamos dentro de un laberinto donde la democracia y la comunicación son necesarias para la vida en sociedad, pero vemos que ambos elementos están bajo el yugo de las élites. El poder siempre ha estado en las mismas manos y los medios de comunicación están en esas manos. Con esta lógica es casi imposible pensar en la democratización de la sociedad y la comunicación. Pero para gozar de una comunicación más democratizadora no se puede dejar todo en manos de las formas tradicionales de democracia ni de los medios de comunicación preexistentes que ponen el interés público por debajo del particular y privado.


Debemos educarnos, conocer nuestra historia y los medios por donde circula la información; crear empresa, medios con contenidos propios que revelen la realidad en la que vivimos, donde todos o la mayoría podamos participar. Es claro entonces que la democracia y la comunicación sí son construcciones sociales, es claro que somos dueños y constructores de nuestro discurso y como constructores del mismo tenemos la posibilidad de emitirlos por los medios que consideremos adecuados y pertinentes; así, estaremos frente a una comunicación democrática donde todos tenemos voz para participar en la toma de decisiones sobre temas que nos afectan a todos.

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