
En la comunidad indígena Karmata Rúa, el orgullo se respira en el aire. Irati Dojura Landa Yagarí, una joven comunicadora audiovisual, llevará su cortometraje de ficción Akababuru — que en español significa la expresión con la que denotamos el asombro— al prestigioso Festival de Cine de Berlín. No solo representará a su comunidad, sino también al país, en un logro que es fruto de un proceso iniciado en 2023, cuando este relato comenzó a gestarse como su proyecto de grado.
“Han sido muchos años, no solo escribiendo, sino también presentándonos a convocatorias. He tenido mucho apoyo, y la Universidad de Antioquia también fue fundamental en este proceso. Estoy muy agradecida de que todos estos años de esfuerzo y persistencia empiecen a dar sus frutos. Hasta ahora vamos a estrenarlo, y nada más y nada menos que en un festival que tiene más de 75 años de historia, donde, por primera vez, se selecciona y nomina un proyecto de un territorio indígena, ancestral y narrado en Embera Chamí”, comentó entusiasmada la directora.
El reconocimiento ha sido recibido con alegría, pero también con la responsabilidad de llevar al mundo la cosmogonía indígena y el papel fundamental de la mujer en los territorios. “El susto está latente”, reconoce Irati, pero el agradecimiento y la emoción de ver a su pueblo reflejado en la gran pantalla la impulsan a entregar esta historia narrada desde otra mirada. “Cabe destacar que esto es un proyecto que no solamente revitaliza y visibiliza nuestra mitología y el hecho de que existimos como pueblo ancestral, sino que también da un giro en el proyecto que hicimos, que fue reinterpretar la figura de un personaje femenino en la mitología embera. Con este proyecto, quisimos darle otro punto de vista, que se reconcilia más con la risa y con la libertad de la mujer”. Anotó.

Imagen tomada del perfil de Instagram camudea.
La historia muestra a una niña de ocho años que escucha un antiguo mito sobre una mujer premiada por su risa y transformada en guardiana de la naturaleza. Para la pequeña protagonista, el relato llega en un momento crucial, pues teme reír, y es precisamente la risa la que se convertirá en su forma de resistencia y liberación frente a quienes intentan burlarla y silenciarla.
La comunidad jugó un papel clave en la construcción de esta historia: los niños y niñas del resguardo participaron en talleres y las voces de los mayores contribuyeron a dar forma al mito que atraviesa la trama.
Para Irati Dojura, este cortometraje es más que una obra cinematográfica, es una catarsis y una reflexión sobre la resistencia y la reconciliación con la lengua Embera Chamí, un proceso que muchos jóvenes indígenas viven hoy.
Fue en su paso por la Universidad de Antioquia donde pudo comprender con claridad la profundidad de esta lucha y plasmarla en su obra. “Uno de los personajes del cortometraje es una chica que también está aprendiendo su lengua materna, entonces también está hablando y preguntando sobre las palabras que dice. Eso no es más que una representación de mí misma, esa reconciliación con la Madre Tierra, con la lengua materna, con la cultura, y también quería evidenciar esa situación que nos atraviesa muchos jóvenes que pertenecemos a un territorio indígena y que se han sentido desconectados en algún momento. Volver a eso ha sido reconectarme conmigo”. Enfatizó la comunicadora.
El Festival de Berlín se celebrará del 13 al 24 de febrero, y en esas fechas la directora, en compañía de otra integrante del corto estarán representando a Colombia en la competencia por el Oso de Berlín en la categoría Generation, dedicada a relatos sobre la infancia y la juventud en el mundo. Junto a Akababuru, otras producciones de Brasil, Chile y Cuba llevan la voz de Latinoamérica a este escenario global.
En Karmata Rúa, la emoción es inmensa: su historia, su lengua y su identidad están a punto de llegar a una de las vitrinas más importantes del cine mundial.
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